De acuerdo al reporte emitido por la FAO a través de su página oficial, el índice de costo de alimentos se vió incrementado en el cierre del 2019, alcanzando valores que no se habían observado desde diciembre del 2014.
Por ejemplo el índice de los precios de los aceites vegetales de la FAO aumentó un 9,4 por ciento respecto a noviembre. El último repunte se debió una vez más a los precios del aceite de palma, impulsados tanto por una sólida demanda (en especial del sector del biodiesel), como por la inquietud por la escasez de suministros. A pesar del aumento de diciembre (que también afectó a los aceites de soja, girasol y colza) el subíndice de aceites vegetales había alcanzado en el curso de 2019 su promedio anual más bajo desde 2007.
El índice de precios del azúcar de la FAO aumentó un 4,8 por ciento desde noviembre, el índice de precios de los productos lácteos subió por su parte un 3,3 por ciento y el índice de precios de los cereales de la FAO aumentó a su vez un 1,4 por ciento.
Obviamente estos incrementos perjudican a la economía de los consumidores, pero también se ven reflejados en los números de las empresas alimenticias, que tiene que esforzarse cada día para permanecer dentro del mercado en precios competentes, ofreciendo productos de calidad y seguros para los consumidores.
Estos índices forman parte importante de los pilares de la FAO: alimentos seguros y accesibles para la población.